Estudié la Licenciatura en Ciencias Sociales y Tecnologías, en términos llanos soy Profe de Geografía e Historia con especialidad en Tecnologías de la Información y la Comunicación. Hice mi tesis trabajando en la implementación de la plataforma virtual de una preparatoria, un éxito moderado pues mi jefe padecía de una inclinación a no gastar y querer un producto profesional terminado, cosa que agradezco porque me permitió ser creativo y encontrar soluciones geniales en un centro educativo que se adelantó al rollo de las clases en línea por tres años.
A cada éxito en la funcionalidad escolar de aquella plataforma le seguían mayores exigencias que ponían a prueba mi capacidad para estirar un presupuesto nulo, sólo era mi sueldo, y las posibilidades de los servicios gratuitos. Todo funcionó relativamente bien, pero al terminar las especificaciones de mi proyecto de tesis, las constantes exigencias patronales terminaron por motivarme a mirar nuevos horizontes como docente y dejar a un lado las tecnologías, al menos en la parte educativa. Debo reconocer que a manera de hobbie apoyé a un par de escuelas incipientes con plataformas similares que apoyaban su gestión de aula virtual, pero enfocado profesionalmente en clases de la forma tradicional en un colegio.
Cuando la información de que las escuelas tendrían que funcionar en línea sentí que caía parado, eso era lo mío, que padre que ahora podría dar las clases desde mi casa sin necesidad de traslado ni riesgo de contagio, con mis habilidades eso sería vacaciones, no podía estar más equivocado. Ni el maldito virus se alejó con el aislamiento, ni el teletrabajo fue vacaciones pagadas.
Aunque mi casa se convirtió en mi aula y se supone que si te quedas en casa nada pasa, COVID 19 llegó al hogar con mortal fuerza y las vacaciones se convirtieron en extenuantes jornadas de trabajo que doblaban las horas laboradas en los mejores días y en otros no daban tiempo más que para dormir un rato, como era posible que sin estar en el aula tuviera más horas de trabajo que antes, de donde salían tantas guías, reportes, rúbricas, asesorías, sesiones virtuales, videos, diapositivas, reuniones académicas virtuales, interminables listas de pendientes que cada semana aumentaban poniendo en duda la constante de 24 horas en el dia y siete días en la semana.
La verdad es que México no estaba preparado para el teletrabajo, aunque algunos lo aplicaban y otros pedían su legislación, los jefes vieron la posibilidad de exigir de más a sus subordinados y estos observaron cómo su vida era consumida por su trabajo. Y es que la idea de los patrones de que si no estás en la oficina no estás trabajando, los motivó a llenar de solicitudes y pendientes por la noche o en fines de semana a sus empleados y esto se mezcló con la decepción de quienes pensaban sería una experiencia agradable y de descanso, cuando el estrés aumentó y las preocupaciones fueron en escalada.
Me gustaría llegar a un punto de equilibrio y organización para que el home office que ya se quedó sea amigable con patrones y empleados, por ello quiero saber tus experiencias y las incluiré en mi podcast «La Taberna de Mau» donde platicaré con quienes han vivido de cerca este proceso.
Saludos a todos y todas
ResponderBorrarSaludos. Muy interesante!
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